El primer sistema doméstico capaz de reproducir videojuegos, es decir, nada más y nada menos que la primera videoconsola de la historia tal como hoy las entendemos. Fue la versión final de un prototipo llamado «Brown box» por su diseñador, Ralph Baer, que buscaba crear un televisor que fuese interactivo y en el que se pudiese jugar. El proyecto fue adquirido por Magnavox y evolucionando hasta su versión definitiva, la Magnavox Odyssey, lanzada al mercado en 1972. Así nacieron los primeros proto-videojuegos, entre ellos un juego de luces en pantalla similar a «Pong» de Atari y en el que esta se inspiró para su popular juego de tenis de mesa. Este nuevo entretenimiento alcanzó gran popularidad, sentando las bases para que otras compañías comenzasen a introducirse en el mundo de las consolas y los videojuegos.
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